lunes, 17 de marzo de 2014

El Lamborghini Veneno es el carro más caro del mundo. Sin más. Y ahora con su edición roadster ocupa el lugar más alto en el Olimpo de los ultraexclusivos y ultradeportivos autos del mundo, pues por su precio se pueden comprar cuatro Bugatti Veyron, auto que hace algunos años ostentó ese título. Es inalcanzable.
Este carro nació como coupé para convertirse en el símbolo de los 50 años de la marca italiana y en su concepción trabajaron los más encumbrados alquimistas de nuestro tiempo en materia de diseño y eficiencia para hacer la pócima másletal. En cada una de sus esquinas, franjas, líneas, alerones, branquias, difusores y escasísimas curvas está tallada la más avanzada aerodinámica, y en la parte b
aja se entretejieron los principios aeronáuticos más básicos y útiles, armados con una precisión algorítmica. Pues aunque pueda parecer estrambótico y pasado de adornos, ninguno de sus detalles se puso por azar y hasta los rines cumplen a cabalidad con un propósito. Por eso no es fácil reconocer que en el fondo de toda esa parafernalia de corte espacial habita otro carro deportivo, el más popular de la marca, que fue la plataforma que se utilizó como base: el Aventador.
El Veneno es una extrapolación del chasis monocasco del Aventador de producción regular, y tanto esta pieza como su carrocería se fabricaron en fibra de carbono, con refuerzos en la parte delantera y trasera hechos en aluminio para darle mayor rigidez torsional. Se le instaló un enorme
alerón que lo ayuda a pegarse al piso y trazar curvas con precisión estilográfica y cada una de sus rendijas conduce aire hacia el motor para enfriarlo de forma constante.
El nivel de meticulosidad en la eficiencia térmica llegó a tal grado que se le instalaron unos aros en cada uno de los rines que los convierten en turbinas que aspiran el aire circundante y lo extraen de los enormes discos de carbono y cerámica que detienen a esta ‘bestia’.
Al final, la matemática y tanta ingeniería combinadas se traducen en una mezcla de intoxicante perfección. El Veneno Roadster es 85 kilos más liviano que el Aventador, en la balanza registra un peso de 1.490 kilos (el Veneno coupé pesa 1.440 kilos), lo cual le otorga una relación peso/potencia de 1,99 kg por cada caballo. Por esto, en la edición coupé, es una décima de segundo más rápido para hacer de 0 a 100 kph y también es 5 kph más veloz.
Claro, hay que señalar que también los ingenieros le pusieron una dosis explo
siva al Veneno, pues en consonancia con el primer medio siglo de Lamborghini, le exprimieron 50 caballos más al motor de gasolina de 12 cilindros en V y 6,5 litros de cilindrada que le permiten disponer de 750 unidades de potencia que se administran mediante una transmisión automática de 7 velocidades, con 5 modos de conducción.
Así logra hacer de 0 a 100 en apenas 2,9 segundos y alcanzar una velocidad máxima de 355 kilómetros por hora, una verdadera ‘bala’ que necesita tener toda la física a su favor para ofrecer un comportamiento muy seguro y dócil, pues para garantizar el control ante un posible desboque involuntario le pusieron tracción total permanente.
En el interior es tan espartano como un auto de carreras. Sin embargo, en los asientos se utilizaron dos materiales que desarrolló Lamborghini, denominados Forged Composite y CarbonSkin. El primero se empleó para la estructura y el segundo es un tejido de fibra de carbono.
Por todas estas razones, el Lamborghini Veneno es el deportiv
o más superlativo del mundo y por ello recibió un estreno digno de toda la excentricidad que encierra. Este carro se presentó en la cubierta del portaaviones italiano Cavour en el sitio más adecuado para un modelo de su estirpe: la costa de Abu Dabi.
Apropiado porque hay que tener las arcas de un jeque de los Emiratos Árabes para poder comprarlo, pues cada uno tiene un precio de 4,5 millones de dólares, sin impuestos. Eso resultaría en unos 18.000 millones de pesos en Colombia, luego del pago impositivo. Intocable.
Claro, tampoco es que Lamborghini esté buscando atraer otro tipo de público, ya que de este bólido se harán apenas nueve unidades, de las cuales, con seguridad, la mayoría se quedarán en Medio Oriente.
Estos nueve únicos convertibles ya se cobraron a los coleccionistas que tendrán entre sus manos el Lamborghini más ‘envenenado’ de la historia.
El origen del Roadster
En el pasado Salón de Ginebra, en marzo, se presentó el primer Veneno. Un auto que se hizo para conmemorar los 50 años de Lamborghini. Lució una inigualable carrocería coupé plata que llevaba en los costados los colores de la bandera italiana, de la que se hicieron solo tres modelos más que, sin opción, tenían la carrocería pintada en color rojo, blanco y verde, y todos fueron pagados de forma anticipada por un industrial chino y dos estadounidenses. Sin embargo, los coleccionistas quedaron ‘picados’ y pidieron más.
DATOS
El nombre Veneno se debe, como siempre en Lamborghini, a un famoso toro muy rápido y agresivo que fue leyenda en el mundo taurino de los años 20.
El color de la pintura de la primera unidad se denomina 'Rosso Veneno' y también se desarrolló exclusivamente para el Veneno Roadster.

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